lunes, 21 de junio de 2010

El Monolito y la Placa Recordando al Alcalde de Pitillas
y al Maestro de Fitero
se Alzará en Tierras Altas de Soria,
entre la Sierra de La Alcarama y Mirando a la Libertad.


Después de arduos años de búsqueda y tras romper el profundo silencio establecido por el miedo y el dolor, acompañados en esta etapa final por las Asociaciones de “La Barranca” de la Rioja, “Recuerdo y Dignidad” de Soria y “Ahaztuak” de Euskal Herria, él Alcalde y el Maestro ascenderán desde su fosa para permanecer a la vista, en lo alto de este lugar que les vio sufrir, soñar con el regreso a sus casas y finalmente morir.

Muchas personas nos han acompañado hasta llegar hasta este momento en el que hemos decidido, por fuerza mayor, hacer lo mínimo que cualquier persona desparecida se merece “no ser olvidada”.

Serían muchos los agradecimientos que la familia podría nombrar, todas las personas que nos han prestado sus testimonios, sus casas, sus escritos, sus abrazos, sus miradas sinceras de esperanza en la búsqueda. Como no podemos hacerlo uno a uno, nos unimos a ellas en un abrazo de agradecimiento. Descendientes de Acrijos, Fuentebella, Sarnago, San Pedro Manrique, Cornago, Igea… Soria, La Rioja, Euskal Herria; amistades incondicionales que nos han prestado su tiempo, sus brazos, sus vehículos, su ilusión y su fuerza. Sin todas estas personas no hubiésemos conseguido restablecer su memoria.

En este recorrido siempre nos ha acompañado la abuela Juliana, su espíritu firme y decidido, su anhelo por  saber de “su Antonio”, y tras ella nuestro padre Valentín y toda la familia.

El tres de julio será un día excepcional, por eso esperamos contar con las personas que podáis acercaros y, las que no puedan hacerlo estarán presentes en nuestro pensamiento.
Esperamos que la jornada del sábado 3 de julio sea un acto que aúne los pensamientos, sentimientos y esfuerzos realizados. Un acto en que el espíritu republicano de solidaridad, justicia y libertad por el que lucharon y perdieron la vida Antonio Cabrero “Alcaldede Pitillas” y Valentín Llorente “Maestro de Igea y Fitero” se oiga a los cuatro vientos.

Para ello se ha organizado un acto en el que no queremos que falten las palabras, los cantos y los encuentros.

Entre las 11 y las 11:30 quedamos en el cruce de Sarnago, (a 4 KM. de San Pedro Manrique).

Desde allí subiremos hasta la Sierra dónde a las 12:30, descubriremos el monolito y la placa de reconocimiento de lo sucedido.

Tras el acto, se bajaran unas flores al lugar donde les asesinaron.

A las 2:30, los/as que os animéis, comeremos en un merendero junto al río Linares. (La comida hay que llevarla de casa y allí compartiremos).

En el acto y la sobremesa nos acompañaran con sus canciones, Fermín Balencia, Paco Marín y otros.

Esperamos que os animéis a venir.

Como llegar desde: San Pedro Manrique, (Soria). Tomar dirección Sarnago- Magaña y a 4 Km. esta el cruce de Sarnago dónde quedaremos de 11 a 11:30.


Desde allí subiremos en coche a la sierra, en un lugar cercano aparcaremos los coches y daremos un pequeño y precioso paseo por la sierra hasta el lugar donde se encuentra el monolito.

Este es el resultado final del trabajo realizado, como veréis en el vídeo, una Brigada ejemplar a la que desde aquí, queremos agradecer también su colaboración. A Miguel Valduérteles que nos sugirió que fuese una “piedra parda”, a Eugenia, Sergio, y Jesús por localizar la Piedra, A Iván por la rápida solicitud de los permisos en la junta de Medio Ambiente y el Ayuntamiento de San Pedro Manrique, al cantero por su disponibilidad y traslado de la piedra, a Bonifacio, Kike, Iván, Dani y los dos Marianos por colocar el pedrusco, a los guardas forestales por su cordial actitud y a Luisa y Boni por la sabrosa comida y acogimiento que siempre nos ofrecieron en Sarnago.

Gracias, de nuevo, a todas las personas que habéis participado de una u otra forma en recuperar esta historia y difundirla para que este acto de reconocimiento público sea una realidad.

Viva la Nuestra Brigada... 




MEMORIA PARA EL ALCALDE DE PITILLAS
Y EL MAESTRO DE FITERO 
Por: Luís Miguel Escudero.
Sus familias inauguran este sábado 3 un monolito
en el paraje de Soria donde fueron fusilados en 1936 
Para algunos ha sido el García Lorca navarro, sólo que en alcalde que peleó  contra los poderosos por recuperar para su pueblo las tierras del comunal. Como a Federico, durante lustros nadie dijo nada de dónde estaba la fosa anónima que ocultaba vergonzante los restos de Antonio Cabrero Santamaría, el hombre que, como canta la jota, llevó con dignidad en Pitillas “la vara de la libertad” y que, también, como el poeta granadino murió acompañado de un maestro republicano, en este caso del titular de las escuelas de Fitero e Igea, Valentín Llorente Benito. El próximo sábado día 3, por fin, sus familias y un grupo de amigos podrán llevar flores al monolito que en los montes de Soria va a recordar su memoria.


      La familia tafallesa de aquel alcalde de Pitillas, con su hijo Valentín y su nieto Ander al frente, han tardado demasiado en recoger el hilo de la madeja que les ha llevado a reconstruir una historia triste. La cita para paliar en lo posible tanta injusticia es en la Sierra de La Alcarama, en un lugar que está entrando por la población de Sarnago, a 4 kilómetros de San Pedro Manrique (Soria), donde se colocará una placa con las fotos de los dos desaparecidos el verano de 1936 y una frase sin rencor: “Con la memoria de vuestros sueños perfilamos hoy nuestro futuro”.


  El homenaje está organizado por las familias y las asociaciones para la recuperación de la memoria Ahaztuak, Recuerdo y Dignidad de Soria y La Barranca de La Rioja. “Hemos quedado sobre las 10:30 horas en el cruce de Sarnago. El acto en la sierra será a las 12,30 y después, unas palabras y comida autogestionada en un merendero junto al río. De sobremesa estarán con nosotros Fermín Balencia, Paco Marín y algunos otros cantautores que nos amenizarán la tarde”, explica Ander Cabrero, que ha invertido años y años en rastrear dónde y porqué fue asesinado el alcalde pitillés.


  La doliente historia de Antonio Cabrero se puede seguir en el blog que en internet han colgado sus nietos http://lavaradelalibertad.blogspot.com/. “Hay mucha información que hemos decidido compartir, para que el mundo se entere. Muchas fotos de nuestro trabajo y algunas entradas sobre cosas relacionadas”, explica Ander.


  La familia de quien fue alcalde de Pitillas quiere cerrar el círculo de una desaparición de la que en estas fechas se cumplen 74 años. Antonio Cabrero fue asesinado en los montes de Soria que mugan con La Rioja después de estar oculto en ellos más de un mes. La amistad con unos pastores que faenaban en Pitillas le llevó a refugiarse allí. Eran los primeros días del golpe de estado que acabó con la República y el terror y la delación se apoderaron de la población de la zona cercana a la localidad de San Pedro Manrique.


  En la comarca, un manto de silencio cayó durante años. Entrevista a entrevista con los paisanos, de puerta en puerta durante la última década, los tafalleses Ander Cabrero y Maite Zalakain han desentrañando el misterio que culmina ahora con la inauguración del monolito.
 Los familiares de Cabrero han recorrido en los últimos tiempos distintas localidades de Soria, La Rioja y Navarra. Han intercambiado correos por internet con personas de la zona, hoy prácticamente despoblada, que residen en Madrid o Barcelona. Han lanzado su mensaje de búsqueda en foros relacionados con la memoria histórica y se ha entrevistado con políticos, periodistas e historiadores.
La búsqueda la comenzó la abuela y la continuó el padre de Ander, Valentín Cabrero, que fue concejal de Tafalla y uno de los primeros parlamentarios forales navarros.


  Desde cavar prácticamente con las manos en el supuesto lugar del fusilamiento, hasta conseguir, por fin, entrevistarse con una mujer que les llevaba comida a los dos republicanos ocultos en un corral, muchos fueron los hilos que los tafalleses tuvieron que mover para hilvanar una historia terrible con un final fundido en negro que ahora atisba un pequeño rayo de luz en forma de reparación moral. 



Monolito para homenajear a los republicanos Cabrero y Llorente




ABC (Castilla y León) SOCIEDAD-SALUD,SOLIDARIDAD-DERECHOS | > AREA: Política  22-06-2010 / 19:00







Soria, 22 jun (EFE).- La Asociación Recuerdo y Dignidad descubrirá el 3 de julio, en el despoblado de Fuentebella, en la comarca de Tierras Altas de Soria, un monolito en recuerdo de Antonio Cabrero y Valentín Llorente, republicanos asesinados en la Guerra Civil española.



El homenaje, en el que colaboran las asociaciones Ahaztuak y La Barranca, servirá de reconocimiento a Llorente, natural de Igea y maestro en Fitero (Navarra), y a Cabrero, que fue alcalde de la también localidad navarra de Pitillas .



El presidente de la Asociación Recuerdo y Dignidad, Iván Aparicio, ha adelantado hoy a EFE que la jornada pretende recuperar del olvido, con la colocación del monolito, la memoria de Antonio y Valentín, cuya "historia es ejemplar".



Según ha recordado, Antonio Cabrero liberó unas tierras que pertenecían al comunal del pueblo, "de las manos de los caciques", mientras Valentín Llorente enseñó "las cuentas" a los pastores que les protegían de la persecución durante la Guerra Civil.



Antonio Cabrero Santamaría entró en 1931 como concejal en el Ayuntamiento de Pitillas (Navarra), donde su lucha por los ideales de los trabajadores frente al poder del dinero le llevaría a la muerte.



Cabrero llegó a la alcaldía de Pitillas en febrero de 1936 pero tuvo que emprender la huida acompañado del maestro Valentín Llorente, tras el comienzo de la guerra, al conocer que falangistas y carlistas se querían tomar la revancha.



Al finalizar la guerra, su viuda escuchó que podría haber muerto por la zona de San Pedro Manrique pero no sería hasta tiempo después cuando le entregarían a su hermano algunos objetos personales del fallecido, entre ellos la célula de identificación.



En 1978, la familia retomó la búsqueda, pero no sería hasta 2003 cuando se reinició su localización de forma sistemática.



El estímulo añadido fue una resolución del Parlamento de Navarra, que avalaba y suscribía la "Declaración a favor del reconocimiento y reparación moral de las ciudadanas y ciudadanos navarros fusilados y desaparecidos de Navarra a raíz del golpe militar del 18 de julio".



En 2005, la familia Cabrero conoció finalmente que Antonio había sido asesinado en Fuentebella, una noticia que, a través de testimonios de personas mayores y descendientes de este pueblo serrano, permitió conocer los sangrientos hechos.

Escrito por: Eduardo Montagut Contreras el 23 Jun 2010 - URL Permanente
El próximo día 3 de julio tendrá lugar un homenaje a Antonio Cabrero Pinillas, alcalde de Pitillas, y a Valentín Llorente Benito, maestro de Fitero. Fueron asesinados en 1936. El acto, con inauguración de un monolito, tendrá lugar en el cruce de Sarnago.
Más información en:
http://ahaztuak1936-1977.blogspot.com/2010/06/homenaje-al-alcalde-de-pitillas-y-al.html

Homenaje a dos republicanos

En La Comunidad » La memoria histórica como proyecto social y cultural »
El próximo día 3 de julio tendrá lugar un homenaje a Antonio Cabrero Pinillas, alcalde de Pitillas, y a Valentín Llorente Benito, maestro de Fitero. Fueron asesinados en 1936. El acto, con inauguración de un monolito, tendrá lugar en el cruce de Sarnago. Más información en: http://2.bp.blogspot http://ahaztuak...


 


jueves, 10 de junio de 2010

El Cementerio de las Botellas

Aritz Intxusta 2010 junio 05 GARA

Excavaciones en Ezkaba
Nuevas exhumaciones revelan el secreto del Cementerio de las Botellas
La sociedad Aranzadi y Txinparta han desenterrado otros 37 cuerpos del Cementerio de las Botellas, donde fueron enterrados 131 presos fallecidos en Ezkaba. Las botellas que aún conservan el nombre del reo han permitido interpretar el mapa que elaboró un cura y descubrir las identidades de todas las personas exhumadas hasta ahora. Las excavación continuará hasta terminar todo el recinto y los restos que no sean solicitados por sus familiares volverán a sepultarse.



En el cementerio de Ezkaba han vuelto a asomar las botellas. En ellas van los nombres de los presos que fallecieron entre los muros de la prisión franquista que se llevó la vida de más de uno de cada diez de sus prisioneros. El Cementerio de las Botellas se encuentra a unos cientos de metros del fuerte y estuvo oculto durante décadas en la maleza. En él yacen los restos de 131 (o quizá 130) personas, con nombres y apellidos, que fallecieron en la última etapa como sanatorio-prisión.

La sociedad Aranzadi lleva las riendas de los desenterramientos de este cementerio de 34 por 13 metros, que se encuentra acotado por un murete bajo de piedra. En un primer momento se desenterró la primera fila de cuerpos. La de aquéllos que, por algún motivo (como negarse a recibir la extrema unción de los siervos de la Iglesia) se quedaron fuera del camposanto.

Ayer se desenterraron a otras 37. Todas con sus botellas, en las que aparece una ficha oficial de la «Fortaleza de San Cristóbal de Pamplona», junto a su nombre y apellidos. Pero la gran mayoría de los documentos están corruptos. El tiempo, la humedad y la arena han consumido el corcho y desintegrado el papel. El forense Francisco Etxeberria, que dirige las excavaciones, tomó una de las botellas en la mano y la vació mientras atendía a los medios. Dentro sólo había agua. «En la anterior excavación, al haberse perdido la mayoría de los papeles, tuvimos que tomar las muestras de ADN. Las extraemos de los dientes. Este proceso para confirmar las identidades resulta lento y costoso», explica el forense.

Sin embargo, desde la tarde del jueves, el ambiente en la excavación es otro, de alegría contenida. Al parecer, descifraron el puzzle, han resuelto el enigma de las botellas. Aunque guardan cautela hasta confirmarlo con nuevas exhumaciones, hasta ahora encaja.

Fue Roldán Jimeno, el hijo de José María Jimeno Jurío, quien encontró entre los papeles de su padre un croquis del cementerio perdido. Al parecer, lo dibujó un cura en el año 1945, cuando finalmente se cerró la fortaleza prisión y, en consecuencia, también el cementerio. El plano de este sacerdote incluye hileras y nombres, pero era inexacto y, hasta el jueves, nada encajaba. «Las botellas incorruptas de los nuevos desenterramientos nos han permitido descubrir el patrón. Han sido enterrados en orden cronológico, pero de derecha a izquierda y no al revés, como nosotros pensábamos», explica Koldo Pla, de la Asociación Txinparta, que fue la descubridora del cementerio. También les despistó el hecho de que el cementerio está dividido por la mitad. Primero se ocupó tan sólo la mitad izquierda, por la que los enterramientos suben en zig-zag por esta zona hasta completarla y pasar a la segunda.

De comprobarse la teoría, todo irá mucho más rápido. Porque el de Ezkaba es un cementerio organizado y, al quedar olvidado, no ha sido removido por nuevas obras. Los cuerpos aparecen en hileras simétricas, en estrechos ataúdes, con la botella entre las piernas. «Ahora sabemos quién es quién y harán falta las pruebas de ADN. Trabajar con fosas comunes es mucho más peliagudo. Hace poco tiempo hemos estado en una fosa entre Logroño y Burgos. Tenía 12 metros por 1,7. Lo habían enterrado como sardinas, los cuerpos se cruzaban unos con otros y eso nos dificulta mucho el trabajo», afirma Etxeberria. «Aquí los enterramientos los llevaron a cabo militares, no milicias carlistas o falangistas, por eso todo está tan cuidado y ordenado».

Los presos que yacen en el Cementerio de las Botellas murieron en la última etapa, cuando fue reconvertido a «sanatorio penitenciario». Murieron por «causas naturales», debilitados por el hambre, el terrible frío y la peor higiene. Los testimonios de los supervivientes confirman ese infierno. A muchos se los llevaron las neumonía y enfermedades contagiosas producto del hacinamiento, como la tuberculosis, que fue particularmente virulenta en la última etapa de la cárcel. «Dando por ciertos los partes médicos que existen, a todos se los llevó una enfermedad. Pero, si cuando el médico de la cárcel escribe «colapso» en realidad se trata de un suicidio, eso no lo sabemos», matiza Etxeberria.

Desde el lunes trabajan una veintena de personas, entre especialistas de Aranzadi y voluntarios de Txinparta. Este fin de semana mucha más gente se sumará a esta labor delicada. El trabajo se inicia con una excavadora. Se les enterró muy profundo, en previsión -quizá- de depositar después a otras personas en el mismo lugar, pero en una capa superior. «Después, lo gordo, lo quitamos con azadas y palas. Conforme nos acercamos al cuerpo, recurrimos a espátulas y objetos de metal más pequeño. Al llegar al hueso, usamos herramientas de madera y cepillos para no dañar», comenta Jimi Jiménez, de Aranzadi.

De la hilera de 34 cuerpos desenterrados desde el pasado lunes, sólo se exhumarán 12. Para extraerlos necesitan una solicitud de la familia. Los demás, una vez identificados, serán marcados y cubiertos por una tela protectora, para posteriormente volver a sepultarlos. Eso sí, con un nuevo mapa, en el que se ubiquen perfectamente los restos. «Puede que haya familias que hoy no quieran desenterrarlos, pero dentro de cinco o diez años sí, o que todavía no se han enterado. Ahora, podrán venir cuando quieran y recoger a los suyos», explica Etxeberria.

No se ha logrado contactar con dos de cada tres familias
Los familiares de dos de cada tres de las personas que se encuentran enterradas en el cementerio de Ezkaba aún no saben que sus restos se encuentran ahí. La lista de 131 personas, provenientes de todas las regiones del Estado, se ha hecho pública y se puede consultar en las web de Aranzadi o Txinparta. En ella, aparece el nombre, los apellidos y el pueblo del que provenían. Koldo Pla ha realizado varios intentos para ponerse en contacto con familiares. «Se ha intentado localizarles a través de foros o llamando a los pueblos de donde son. Las familias, en muchos de los casos una mujer sola con hijos pequeños, tuvieron que mudarse a otra localidad y huyeron de los pueblos, lo que dificulta el trabajo», explica Pla. Además de estos 131 cuerpos, la prisión de Ezkaba dejó centenares de desaparecidos: los 207 de la fuga más otros 203 en cementerios de la Cendea de Antsoain y presos gubernativos, de los que no hay registro.