lunes, 19 de abril de 2010

Moscares. 29 abril 07.

Partimos a las 6 de la mañana con dos todo terreno. Vamos con un grupo de amigos de Tafalla, Fuentebella y de La Rioja. Sobre las 7h., recogemos en un pueblo de La Rioja a los familiares de nuestro interlocutor, que se han prestado a acompañarnos. (Él, por la edad, no puede bajar).

El día amenazaba lluvia, por el camino cayeron algunas gotas. Sobre las 8:30 llegamos a Sarnago y la niebla cubría la sierra de Alcarama. Comenzamos a subir por la pista, los caminos para acceder estaban bien, aunque en algunas zonas tenían grandes charcos. En mitad de la pista, junto a la primera fuente, nos cruzamos con el otro grupo, que habían subido a nuestro encuentro por el cortafuegos de Cornago. Avanzamos juntos hasta la ladera. Recordábamos el camino a la perfección, y de hecho llegamos justo al lugar donde habíamos hecho un hito con piedras la vez anterior (en Diciembre de 2005).

Desde lo alto, con su ayuda, nos situamos realmente sobre el término. Nos indican donde quedan exactamente los corrales de Tananclera, la cantera de Juan Cenosa y la muga de Valdenegrillos. Nos muestrna por donde les bajaron hasta Moscares. El lugar sin duda coincidía. Comenzamos a descender con las mochilas y los bastones. La niebla nos impedía ver la ladera de enfrente. Mientras bajábamos la niebla fue desapareciendo y el día mejoró mucho. Rodeado de todo este equipo de amigos y con los mapas que nos han dibujado, bajé pensando que con un poco de suerte quizás...

Ya abajo, el arroyo de Fuentenosa (que es como se llama) bajaba con abundante agua. Fuimos cruzando de uno en uno hasta pasar a la zona de las huertas. Como por inercia subimos todos hasta la zona del cantarral grande. Orientándose nos señaló la huerta de Sebastián Ortega. Ésta queda situada justo donde pesábamos; la zona concuerda con el mapa y con la foto. Buscamos el Chozo o caseta, estaba derruido. Buscamos entre las estrepas, las piedras que nos decían en los testimonios; pero no nos poníamos de acuerdo sobre donde podían estar. En el lugar hay muchos montones de piedras diseminados entre la maleza; podría ser cualquiera de ellos. Dicen que la finca llegaba hasta el cantarral, de lo que yo tengo mis dudas. Ella indicó por la zona del cantarral grande, pero no pudo concretar un sitio. La tentación de primeras fue como en la vez anterior, sin pensarlo demasiado todos comenzamos a mover piedras y a cavar en algunas zonas. Movimos un montón de piedras. Probaron con un péndulo, y en una zona comenzó a moverse, solo en un sitio parecía moverse. Cavamos cerca de un metro, encontramos unos pedazos pequeños como de goma, pero no parecía haber nada más.


Paramos a comer sentados sobre las piedras, peinamos la zona viendo con dificultad donde centrarnos, pues cualquiera de los montones de piedras pudiera ser.

 Tendríamos que pedir permiso para desbrozar la zona y dejar limpios los cantarrales más próximos a donde nos marca el mapa y tras limpiar la maleza tendrían que pasar un detector de metales. Entre los que estamos prevalece el ánimo a bajar en otra ocasión con herramientas para ir cavando e ir descartando cantarrales. Se agradece mucho su ánimo y colaboración. Todos vemos la dificultad de hallarlos sin detectores, pero sabiendo que están por ahí, las ganas de buscar y encontrarlos prevalecen. Sobre las 14:15 comenzamos a subir la ladera, justo por donde la otra vez; por las colmenas del (Casal del Moro).

Nos cuesta subir hasta los coches sobre una hora. Sacamos varias fotos y un vídeo sobre el lugar, tras hacernos una foto de grupo nos despedimos, unos, cortafuegos abajo descendieron hacia Cornago. El resto del grupo bajamos hacia el camino que conduce a Fuentebella viendo el corta fuegos que baja al pueblo desde lo alto. Regresamos a la zona donde está el corral de la Era Alonso, cercano a Fuentebella y desde aquí ,en una hora bajamos de nuevo hasta Sarnago.

Tras esta visita al lugar volvemos a contactar con Aranzadi y con la asociación de Familiares de fusilados de Navarra. Parece que por ahora no podrán entrar en el tema ya que están trabajando sobre otras fosas. Tratamos de ver cómo y dónde solicitar los permisos necesarios. Vemos que se está pasando el verano sin avanzar por lo que buscamos nuevos apoyos. Quienes nos dieron los testimonios, no están conformes con que no les hayamos encontrado e insiste en que miremos mejor lo que él nos dicen.

La importante recuperación de datos nos ha permitido tener una respuesta sobre lo sucedido; tener un lugar donde poder situar sus últimos días, saber por boca de otros que esto sucedió allí, comprobar que hubo personas que les ayudaron y lloraron sus muertes.


Es impresionante saber que todavía viven algunas personas que les vieron vivos sus últimos días; que les dieron pan y que supieron de primera mano del fatal desenlace. Personas que a pesar de los muchos años de silencio transcurridos, han guardado en un rincón de sus memorias lo sucedido al abuelo y al maestro. Sus testimonios y los de sus descendientes son los que pueden ayudarnos, así que continuaremos buscando a estas personas y a otras que ayuden a difundir nuestra búsqueda y a dejar constancia de lo sucedido. Conforme más sabemos, más necesidad tenemos de obtener nuevos datos y de conocer nuevas gentes que con sus testimonios nos ayuden.