domingo, 18 de abril de 2010

Nuevos testimonios en la Rioja. 11/2/07.

Aparcamos en la parte baja del pueblo frente al bar “las Huellas”, llamamos a nuestro enlace, y nos dice que subamos a la plaza. Subimos por unas callejuelas estrechas, el pueblo, con todo su sabor a pueblo, nos causa muy buena impresión. Calle arriba, escuchamos unas voces de alguien que hablaba a pie de calle en un portal. Me pareció reconocer su voz, nos miramos y le pregunte si era él y dijo, anda que ¿sois los de Pitillas o que? Nos miraron los tres, estaba con dos más de Fuentebella; era la familia de Fuentebella a la que veníamos a ver. Nos presentamos. Él ya les tenía al corriente de nuestra búsqueda y nuestro interés de estar con ellos. Charlamos un rato en el portal, la hija de la pastora mostró gran interés, enseguida se prestó a colaborar y dijo que ella tenía oído algo sobre estos hechos a unos conocidos que viven en Calahorra, y que se va a enterar de lo que pueda. Se comprometió rápido y nos dijo que procuraría conseguir algún dato. Nos dicen que van a llamar a la madre y que luego pasemos a estar con ella, les decimos que no queríamos molestarla, y que habíamos quedado que estaríamos con sus hijos. Dicen que bien, pero que subamos luego y que estará, que intentemos que nos cuente algo. Quedamos en pasar más tarde.

Se nos habré la posibilidad de estar directamente con, aquella pastora de Fuentebella que tanto buscábamos, esta mujer, tenia entonces cerca de veinte años y era pastorcilla, en la zona.

Quedamos sorprendidos por lo cercanos que se muestran todos, y la forma de adentrarnos en la intimidad de sus casas. Nuestro enlace, le explica a su madre quienes somos, ya habían hablado antes. Ella comienza a hablarnos de la guerra y lo primero que nos dice es: “Que 25 de julio tuvimos, se escucharon gritos por la calle, ¡Dónde están los hombres! ¡Que salgan tal y tal! ¿Quién sobra en este pueblo? Eran todos curas, curas vestidos de falangistas”. “Un cura del pueblo, exclamó: Pero si son compañeros míos disfrazados, si son curas, ¿Qué están haciendo?”. Eran todos curas, repite ella, afirmando con su cabeza. Salieron el alcalde, el cura y varios hombres, el alcalde dio un paso al frente y dijo que “aquí no sobraba nadie, que todos hacían falta y que nadie había hecho nada malo”.

“Esta gente entró al pueblo, quemaron libros y rompieron algunos muebles de un local popular. Se llevaron detenidos a Logroño un camión lleno de gente, mujeres y hombres. Una mujer tuvo que quemar la bandera republicana y algunas cosas, para que no las vieran. A esta mujer también se la llevaron. De forma urgente se presentaron en Logroño autoridades del pueblo que intercedieron a favor de los detenidos, y estos quedaron “libres” y regresaron al pueblo”. Dice que fusilaron a uno en la carretera cerca de Igea, y que durante años había una cruz en el sitio, que ahora no esta. No hablan de que fusilaran a nadie más. Ella nos dice, “En aquellos tiempos pasaron muchos que estaban huidos como tu abuelo, venían por la noche a las primeras casas del pueblo, a pedirnos pan, y luego les pedían que no dijeran a nadie que habían estado ni que les habían visto”.

Las personas que vamos encontrando son claves en la búsqueda, trabajan por los campos de la zona, conocen sus gentes, sobre todo son gente sana, de pueblo en el mejor de sus sentidos, gentes de izquierda que sin pensarlo dos veces, se han implicado a ayudarnos a encontrarlos. Su labor, en cuanto a recoger testimonios entre los mayores de Fuentebella que están por la zona, acompañarnos por esas pistas hasta Moscares, y extender nuestra búsqueda, nos reduce el circulo de búsqueda y nos centra ya directamente en las familias de Fuentebella.














Realizamos varias visitas a gentes de la zona y vamos recogiendo sus testimonios.
Nos comenta, que ella no sabe mucho de esto, pero que su padre si que hablaba del alcalde de Pitillas. Nos mostró el pueblo. Recorremos diferentes lugares.

Nos señala un arco de piedra tapiado, y nos comenta que frente a ese arco, que era una iglesia, es donde la maestra los ponía cantar el cara el sol frente a una lápida en la que constaban como hijos predilectos los nombres de varios vecinos caídos por Dios y por España y, que de esa escuela era de donde “salíamos borricos”. La lápida la retiraron hace algún tiempo, a petición de la izquierda municipal.

Bajando podemos ver, por un lado la aldea de Valdeperillo y un poco más a la izquierda, la salida del pueblo
hacia el monte, la parte que da al barranco que une a Fuentebella, Cornago y Acrijos. Me dice que hay una senda por la que se puede ir a pie hasta los otros pueblos paralela al barranco. Dice también que para subir a los corrales de Moscares y a la cantera, es por otro lado, hay una pista que se coge a la entrada, a la izquierda, (donde hay una granja con tejado rojo) y de hay se puede subir en coche por cortafuegos.

En busca de la Pastorcilla.
Subimos por una estrecha escalera, precedidos de dos de sus hijos. Nos acomodaron dos sillas junto a la mesa. Nos sentamos, yo lo hice en un lado junto a la señora con quien queríamos hablar, la hija nos sirvió una sopa de cocido con garbanzos y luego pollo asado. Magnifica comida de domingo. Alrededor de la mesa nos juntamos Ella, dos de sus nietas con sus compañeros, y sus hijas. Ella nos miraba y no decía nada. Nosotros hicimos lo mismo. Comenzamos a comer “como si nada”, el hijo le dijo entonces a su madre, que nosotros éramos los que queríamos hablar con ella sobre los que fusilaron en Fuentebella. Toda la familia permanecía en absoluto silencio. Ella se levantó al escuchar las palabras de su hijo, se echó la mano al pecho y rotunda y enfadada consigo misma exclamó rápidamente mirándonos, “pues yo lo sé todo, pero no os voy a decir nada” “ahora para qué, antes les teníamos que haber ayudado”.

Era un lujo para nosotros y nuestra búsqueda estar allí, sentados con aquella pastorcilla que tanto buscamos, y teníamos que convencerle, entre todos, de que nos contara su testimonio. No sabíamos como iba a reaccionar, ni ella ni su familia, continuamos comiendo, Ella se sentó de nuevo, nosotros esperando ver como continuar. La familia le comenzó a decir que nos contara. Intentamos convencerle de que nos era muy necesario su testimonio, ya que no hay mucha gente de su edad que pueda contarnos lo que ella sabe. Le dije que mi padre llevaba mucho tiempo, años, buscando a una pastorcilla de Fuentebella, que conociera lo sucedido, y que ahora que la habíamos encontrado, cómo no me iba a contar nada. Le sonreí y ella también lo hizo. Ella continuaba diciendo que no quería hablar, que el día que ese pastor de le habló del tema, no había dormido en toda la noche, que ya le dijo que habían pasado muchos años y que no quería recordar eso. Que lo llevaba siempre aquí, apoyando las palmas de sus manos contra el pecho y repitiendo varias veces, “aquí, aquí los llevo”. Durante de la comida, mientras hablábamos, se levantó varias veces de la silla; se marchaba un momento a un sofá, un poco apartado, se sentaba y al poco tiempo volvía a la mesa (esto varias veces), los hijos continuaron la conversación con nosotros, les contamos lo que vamos conociendo, y poco a poco toda la familia participa en la conversación. Ella, continuó yendo y viniendo y nosotros preguntándole con tacto; la familia animando para que contara, y así, poco a poco, con frases entre cortadas y no queriendo decir, nos contó algunas cosas importantes. Nos dijo haber visto a los huidos por los campos, con barba; que, en el pueblo, algunos les decían que no se acercaran a ellos, que eran malos. Ella les tenía miedo, y que tenía una gran pena por que no les había dado pan, ya que si los veía, se marchaba corriendo asustada.

Le voy contando poco a poco lo que sabemos, repitiendo algunos datos que sé que ella conoce. Puede ver que conocemos muchos detalles sobre el tema, los lugares y la gente, y parece que esto le hace acercarse. Resguardándose siempre en que no nos va a decir nada, termina diciendo algunas cosas. Ella no quería fotos y se marchó escaleras abajo; cogió su bastón y se fue a pasear sin decirnos que se marchaba. Sus familiares no se extrañaron, nos dicen que cuando se enfada hace eso, que no nos preocupemos, que estará paseando. Hemos grabado durante toda la comida lo que hemos hablado y lo recogido queda guardado. Entre otras cosas, nos afirma y confirma que fue en Moscares y que les enterraron allí. Tras escuchar lo que nosotros sabemos y contamos sobre lo sucedido, exclama diciendo. ¡Para qué me preguntáis si ya sabéis todo lo que paso! Al enseñarle la fotografía del “cantarral” de Moscares, afirma rotunda, “Si señor, aquí están” y continuó dándonos algunas otras explicaciones.

 Charlamos un rato más con toda la familia, y nos dicen que podemos ver los Sig Pack de la zona en Internet, nos proporciona la dirección; él también lo mirará. El Sig es una denominación inglesa de una serie de herramientas en Internet, para la localización de mapas y gráficos de gran escala y relieve, donde se puede ver y determinar lugares con precisión desde una perspectiva aérea.

Desde San Pedro Manrique, nos envian un SMS, que dice:
El de Fuentebella se llamaba, Ubaldo León.

Participo directamente en los sucesos, y en alguna ocasión le escucharon dar detalles a él mismo.

Correo para un pastor.
Aupa. Mira si la familia de Fuentebella te cuentan algo más de lo que diga su madre o otros; su madre es de las pocas personas que quedan y que sabe todo lo que paso, no quiero forzar, pero lo que le podamos sacar es lo que hay. Recuerdos a todos. Mi padre se puso muy contento por nuestro encuentro con todos vosotros. Un abrazo.

11 Feb 2007. El abuelo. Un placer conoceros. Siento no haber podido acompañaros más, pero este trabajo nuestro nos tiene siempre atados. Espero vernos pronto. Francisco

15/2/07. Correo que nos envía el pastor: Hola, me dijeron anoche que, la pastora, hizo un dibujo de dónde están enterrados, según iba contando el lugar, todos hicieron el dibujo. Parece que se encuentran entre dos barrancos, aproximadamente en la mitad de la distancia entre uno y el otro, además y un dato importante es que hay una huerta que estaba cerrada por pared; la pared, quizás ya no este pero la huerta sí y seguro que restos de la pared, así que ya estáis más cerca. Recuerdos a tu padre. El Pastor

Llamamos a la familia de Fuentebella. Preguntamos qué tal se encuentra después de lo del domingo; nos dice que bien, que le pasa que “tiene mucho dolor y que los de Fuentebella tienen remordimientos”, dice que la ven como una chavala…que “estos días ha estado muy inspirada”, que al día siguiente, “se levantó y comenzó, ella sola, sin decir nada, a dibujar en un papel el lugar donde están enterrados. Por la noche toda la familia dibujaron un mapa, Ella describía el sitio, dibujando desde el alto de Alcarama, la bajada de un riachuelo hasta donde se juntan los barrancos”. Les ha contado algunas cosas más, “que junto a donde les enterraron había una huerta, entonces tapiada, y que su propietario, un soltero de Fuentebella, a raíz de que les enterraron, dejó de cultivar la huerta y jamás volvió. Que el sitio está en el barranco Pertigoso, donde se cruza con el que baja de Alcarama, que están enterrados hacia la mitad entre estos dos barrancos. Dice que su nieta, ya ha recibido nuestro correo, y que nos contestara pronto. Guardan el dibujo entre las fotos de Fuentebella.


Se pone al teléfono, dice que no quiere ponerse, que no oye. Coge el teléfono, saluda ¡Hola maja!, dice que esta bien, y que hace falta tener la sangre para hacer lo que estamos haciendo, que ella no quiere hablar, pero que ya le está contando todo a su hijo y, él nos llevará. A la familia le ha dicho varias veces “si yo pudiera ir…”.

El lugar parece que coincide con la versión y la zona en la que estuvimos anteriormente. Al ver las fotos que le enseñe, reconoce el lugar. La zona del cantarralico de abajo, o un poco más adelante. Era zona de algunas huertas, también me dijo que había chopos y nogales, que por donde estaba el cantarral había nogales. Que, tenemos que enterarnos del nombre de ese soltero, por si consta la huerta y su propiedad en el mapa del catastro de Fuentebella.