miércoles, 14 de abril de 2010

Primer viaje a Fuentebella.


Viajamos el 4 de diciembre de 2005; salimos de Tafalla sobre las ocho de la mañana, recogiendo a nuestro guía en Cintruenigo a las nueve. Partimos en dirección de Matalebreras, Castilruiz, Fuentestrun, Trébago, Magaña, saliendo de Magaña en dirección a Sarnago, antes de Sarnago hay un cruce en el que se deja la carretera y comienza una pista que lleva a Sarnago; pasamos el pueblo por su parte más alta y, sin abandonar la pista, continuamos hacia arriba por la misma. Encontraremos un cruce señalizando Acrijos, Línea 3 y otra señal que señala Líneas 1 y 2, continuando por la indicación de Líneas 1 y 2, subiremos hasta una casica o refugio de cazadores en la orilla de la pista a mano izquierda. Nada más pasar la casa encontramos una puerta de metal pintada de verde que sirve para cortar el paso de la pista, pero que se encuentra abierta, la pasamos y hay un cruce; bajaremos por el camino de la izquierda en dirección a Fuentebella. En esta parte del camino encontramos una fuente- abrevadero de piedra a mano izquierda del camino seguido de un depósito, continuamos bajando un poco, y hacia la mitad del camino, entre esta fuente y otra parecida que hay un poco más abajo, hay un cruce que da a un cortafuegos, aquí hicimos un hito con unas piedras y una cinta amarilla; bajamos un tramo por el cortafuegos y nos bajamos del coche, encontrándonos ya en la parte superior de la ladera que baja a el cruce de los barrancos Pertigoso y Muscarez.

Desde aquí tenemos al frente el cortado por el que baja uno de los barrancos, es un corte muy pronunciado y que muga con la sierra de Alcarama.


Bajamos desde la borda hasta el fondo de la ladera sorteando entre la maleza que se come las sendas, bajamos bordeando un pinar y luego una zona de tierra y piedras pero sin pinos; desde aquí ya se ve la zona donde se encuentra la parte baja, en la que se cruzan los dos barrancos. Ya abajo, se cruza sobre el barranco y al frente tenemos la base del cortado, donde están los montones de piedras, por esta zona al pie del cortado es donde sitúa el lugar.

Al llegar le veo un tanto desorientado, siendo el lugar mucho mayor de lo que representa su “mapica”. Paseamos y charlamos un rato por la zona, intentando visualizar alguna señal, removimos algunas piedras y marcamos el posible lugar con cinta plástica amarilla, con la intención de regresar en otra ocasión. Él se detuvo en otro montón de piedras, un poco más abajo, removiendo algunas de ellas, y nos comenta que en este tipo de tierra, más que cavar mucho para enterrarlos, los taparían con algunas piedras.

Saqué varias fotografías con la sensación de que era una forma de llevar a casa el lugar y con él, todo lo que en la zona se encuentre.


Me acorde del abuelo, imaginando la situación que atravesó por estos parajes en sus últimas horas de vida. Mire los corrales donde pudo haber estado escondido, solo, o quizás con aquel maestro, asustados por las matanzas que se estaban cometiendo en la zona. Mire su foto, y en esto, escuché, “cabrón de Franco, a el tenían que haber traído aquí”. Le mire y echándose las manos a la cabeza dijo “lo que hicieron, que barbaridades por todos los pueblos”. Nuestro guía, quien después de casi 40 años sin estar en este lugar, parecía recordar algunas cosas.

Hablamos un poco de la guerra y de lo sucedido en Pitillas, del abuelo y de las batallas por el deslinde del comunal en el pueblo, problema este que también existía en Fuentebella. Le conté cómo fue la partida del pueblo, y en que situación quedó la familia.

Pregunté se acordaba de algo de lo que sucedió en Fuentebella en 1936. Con intervalos y entre frases sueltas, dice que él “tenía pocos años y sus recuerdos son pocos pero “tiene oídas de cuando era chaval” varias cosas. Cuenta que, “un día de aquellos, llegó al pueblo un grupo de “gentes de fuera”, algunos con boinas rojas. Este grupo sacó a todos los vecinos a la plaza del pueblo, montando guardia en las tres calles que dan a la plaza para que no escapara nadie. Cogieron a un grupo de hombres y los llevaron al altillo de un monte cercano; Desde la plaza se escucharon varios tiros, bajaron a por otro grupo de vecinos e hicieron lo mismo, esto lo repitieron varias veces y en la plaza estaban asustados, llorando, pensando que los mataban a todos. Al rato trajeron a todos de nuevo a la plaza, no los fusilaron, todo fue un simulacro. Los tiros se dispararon al aire, y a los vecinos, los bajaban por la otra cara del monte para que no los vieran. En la plaza les amenazaron diciéndoles, que si tenían a alguno escondido, que lo sacaran. Estas gentes registraron el pueblo y se marcharon. No fusilaron a ningún vecino”.

Continúa diciendo, que en el pueblo “había mucho miedo y se hablaba poco de todo esto, su padre nunca le dijo nada, pero que entre los chavales, cree que se comentaba que les asesinaron en este paraje, en el cruce de los barrancos Pertigoso y Muscarez”.

Insiste en que se hablaba de dos, y algo parece sonarle lo del alcalde de Pitillas. Me dice que se cuenta que estuvieron escondidos en un corral próximo a Fuentebella, el cual me muestra desde lo alto por dónde queda, pero los pinos ya crecidos nos lo tapan. (El corral citado está a las afueras de Fuentebella en dirección Acrijos).


Me repitió la conversación con el pastor y lo de la cruz que alguien colocaba. Se lastimaba por no haber encontrado hoy evidencia alguna, pero a su vez, miraba el lugar y se mostraba convencido de que fue por aquí, haciendo hincapié, en el “cantarralico” de abajo, animándonos a que en otra ocasión rastreemos bien la zona.

Comenzaron a caer unas gotas de amenazando lluvia, nos dice que en Fuentebella apenas había 40 casas, muchos de sus habitantes eran mayores que él cuando se vendieron los pueblos, y que sus archivos pasaron a San Pedro y los pueblos se fueron despoblando y destruyendo. Se lamenta de que no nos hubiéramos conocido antes, hace 30 años hubiera sido mas fácil de hablar con algún mayor que supiera más, y nos dice que tiene una tía de 90, y que le preguntará, pero nos adelanta que “a la tía, se le va un poco la cabeza”, pero que lo intentará.

Tras comer un poco regresamos hasta el coche, subiendo la ladera con no poco esfuerzo, sobre todo para él y sus 75 años. En la subida, se encuentra una borda que construyó con su padre. Se apresuró a entrar, parte del techo estaba ya hundido; emocionado, exclamo: ¡Cómo quiera iba a pensar yo que iba a bajar hasta aquí otra vez! La borda se encuentra en la ladera justo enfrente del lugar que nos ha señalado.

Continuamos subiendo, “mejor subir que bajar”, en el camino pudimos ver a varios ciervos, al llegar arriba, nos indicó los lugares que pueden verse desde lo alto y, nos muestra la Peña de Isasa. Se puede apreciar La iga de Monreal, Cintruenigo y al fondo la zona de Tudela, estábamos como a mil metros de altitud y soplaba un fuerte viento que nos estropeó la puerta del coche.  Regresamos marcando los caminos con unos hitos de piedra.


En la subida se aprecia un gran barranco, pueden verse varios corrales un poco más adelante y en dirección a Cornago. Me dice que hace unos años en este barranco un poco más al sur, se estrelló una avioneta y que lo vieron y avisaron los de Cornago. Guardo esto como referencia para situar el barranco donde estamos, pues es un tanto complicado llegar hasta aquí.

Durante el viaje hasta Cintruénigo, nos comenta la historia de cuando con su familia salió de Fuentebella, de sus trabajos de su afición a escribir...

En la gasolinera del pueblo, tomamos un café, y nos despedimos agradeciéndole en nombre de nuestra familia su testimonio y acompañamiento. Él sin darse por satisfecho, insiste en que visitará a su tía la pastora. En eso quedamos.

“Gracias y hasta la vista. A ver si tenéis suerte”, dijo él.


De regreso pienso que tenemos que contrastar más datos sobre estos hechos, no es fácil encontrar gente de Fuentebella, pero sin más datos es difícil concretar un lugar de ese barranco donde poder buscar la fosa.

Durante el viaje, de ida nos acompañó un arco iris precioso y nítido como nunca lo había visto antes; en algunas ocasiones incluso podía verse duplicado, asomaba desde Pitillas y nos acompañó hasta el pueblo de Fuentebella. Saqué varias fotos, era como una guía que nos señalaba el camino emprendido por el abuelo Antonio. El arco iris nos acompañó también en el camino de vuelta.

Pensamos en centrar más la búsqueda en los archivos de estos pueblos deshabitados, que se encuentran en San Pedro Manrique, desde que estos pueblos pasaron a manos de la diputación Soriana entre 1950 – 60.  El testimonio del enterramiento quizás solo prevalezca entre las gentes de Fuentebella.